CHANITO: Un Torero que Marcó su Época
Inicios de una leyenda
Desde lo más profundo de nuestro sentimiento, hablamos de un TORERO en mayúsculas al cual, creemos y estamos convencidos de que no se ha hecho justicia con su historia, sus méritos y lo que entregó en una plaza de toros, su plaza, la de Madrid.
Hablamos de Sebastián Martín «Chanito», nacido en Martín de Yeltes en 1940. Allí comenzó a soñar con el toreo y lo conquistó aún más en la finca de Isidro Ortuño Jumillano, lugar donde su padre fue encargado, y pudo ver tentar a Manolete, Parrita, Posada o Jumillano, entre otros.
El inicio de su carrera profesional
Rápido se fijó en él don Primitivo Lafuente, quien sería su primer apoderado, llevándole a debutar sin caballos en Ledesma en el año 1965. Pronto debutaría con caballos en Valladolid, alternando con Riverita y Manolo Sanlúcar. Cortaría dos orejas a novillos de Manuel Santos Galache. Sería el comienzo de una brillante e inolvidable etapa con los del Castoreño.
Ascenso y consolidación en los ruedos
A Isidro Ortuño no le pasa desapercibido lo que vale este torero y decide hacerse cargo de su carrera. Se posiciona rápido en los primeros puestos del escalafón novilleril y empieza a conquistar plazas como Valencia, Barcelona, un triunfo incontestable en Bilbao, Valladolid y Francia pero, sobre todo, en Madrid. Su Madrid que tanto le dio como le quitó en su vida. Sería en 1967 y 1968 cuando Madrid se le entrega con dos salidas a hombros como novillero.
La alternativa en Madrid y sus grandes gestas
Allí, en el coso más importante de la órbita taurina, tomó la alternativa un 20 de julio de 1969 con Andrés Hernando y Pedrín Benjumea de testigo, lo haría con un encierro de Emilio Arroyo. Aquí comenzaría la auténtica heroicidad de Chanito. Unos números casi imposibles en las Ventas: cinco paseíllos como matador de toros y tres puertas grandes. Sin discusión, algo por lo que podemos alzar nuestra voz para engrandecer la figura de este torero.
Como le dijo en una conversación con su gran amigo Santiago Martín «El Viti»: «tengo mejor promedio que tú en Madrid». Razón no le faltaba, siendo «su majestad», el torero que más veces ha cruzado ese gran umbral hacia Alcalá.
Una cornada que marcó su destino
La dureza del toreo se cebó con Chanito pues, un mes después de su alternativa, en el mismo coso venteño sufrió una brutal y estremecedora cornada en el cuello al entrar a matar a un toro de Pío Halcón. Herida que le secciona la yugular y la carótida, perdiendo en pocos metros más de tres litros de sangre.
Milagrosamente, en las manos de los ángeles del toreo —los médicos— le salvaron la vida. Serían los doctores Giménez Guinea y Máximo Padrós quienes obraran el milagro de salvar al hombre primero y después al torero.
El regreso milagroso y su espíritu indomable
Dos orejas le cortaría a ese fatídico toro de Pío, faena que siempre se recordará como una de las más completas de Chanito. Los toreros son héroes y él lo demostró tan sólo un mes más tarde reapareciendo en la Feria de Salamanca con el cuello lleno de gasas por la reciente herida. Esa tarde compartió cartel con Pallarés y José Falcón.
Su raza y personalidad eran arrolladoras. Acaba ese primer año de matador con siete corridas en total. Otra tarde para la historia fue su triunfo cortando dos orejas en las Ventas con una corrida de Cuadri en la que tuvo que matar cinco toros por cogidas de Benjumea y Falcón.
El retiro obligado y el legado imborrable
Treinta y cinco corridas de toros después de la tremenda cornada, su última tarde fue en Barcelona el 31 de agosto de 1972. Como dijo El Viti: «sólo el toro fue capaz de pararlo».
Poco después de esa tarde en Barcelona sufre una hemiplejia en la parte izquierda a consecuencia de la cornada del cuello, lo que derivó en la pérdida de movilidad del brazo y de la pierna derecha, con la consecuencia de tener que dejar su querida profesión.
Homenaje a una figura eterna
Con orgullo de uno de los más grandes representantes de nuestro toreo castellano, contamos y reivindicamos su historia y su nombre. Nunca volvió la cara en las corridas duras. Torero poderoso, de raza y entrega máxima que nunca se dejó ganar la partida por nadie, por no hablar de su valor y contundencia con la espada.
Falleció en 2016 a la edad de 76 años en Salamanca y, aunque las cosas hay que hacerlas en vida, nunca es tarde para terminar de reconocer cómo se ganó la figura de este torero charro.
Quien lo conoció destaca que fue un hombre ameno y de gran trato, persona clara y sincera en su idea y filosofía de vida, igual que lo fue en la plaza.
ETERNO CHANITO, NO SE TE OLVIDARÁ.
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